ME COMÍ UN ORSAI

Hoy estuve buceando en mi infancia, cosa rara. Ya sé de dónde viene todo. Mi abuela era la que me regalaba los juguetes, casi todos era ella. No sé si yo tendría 8 o 10 años, pero estoy seguro de haber sido lo que hoy en día llamamos un muchachito estudioso y conservador. Una Navidad me quedé muy cabrero cuando la nona me regaló una combi Volkswagen color mostaza, doble cabina, atención, doble cabina y media caja descubierta, con asientos rojos. Un engendro de alguna sucursal alemana del averno que hoy me gustaría tener pero que en su momento me lastimaba los ojos y me decepcionaba hasta el alma. Hubiera preferido algo más digno del aprendiz de careta que siempre se sacaba 9; una rural Volvo azul, un Passat beigecito o verde espárrago, un 504. Pero la anciana se empeñaba en darme carruajes singulares: ora un Citroen Pallas, con su forma de plancha a vapor y sus ruedas de atrás escondiditas, ora un Lancia Stratos lleno de calcomanías, ora un Corvette de los bomberos, ora una especie de batimóvil con el motor al aire y cola de pescado, verde fluo con un rayo naranja al costado, muy común hoy en dia (Hot Wheels, etc.) pero no tanto en ese entonces. Llegué a hojear su antiguo álbum de fotos: ninguna señal de drogas lisérgicas en su rostro, ni un rictus, ni un mandibuleo, ni una mirada perdida, ni una mala compañía, ni una bolsita con un porro reseco y aplastado, con la fecha 16/03/56 entre las cartulinas amarillentas y ese papel transparentoso que solían usar para separarlas. Aparte, si conocí a mi abuelo, la hubiera cagado bien a palos.
Aún sin haber terminado la primaria, quizás su instinto le mostró que su nieto iba por el mal camino y le puso cariñosamente un cartel de desvío en forma de bizarros autitos de colección para que su trayectoria fuese derrapando un poquito en Reyes, un poquito en el cumpleaños, otro poco en Navidad, lo suficiente como para que nos estemos leyendo hoy. Estés donde esteas, gracias.

PD: Antes que los piolas de siempre empiecen a mandar mensajes quejándose de mi autocomparación con Casciari… ¡Uh me comí un Dolina! ¡Mal! ¡Uh, me comí un Podetti! ¡Qué bueno, eso quiere decir que tendremos la tarde libre! ¡Uh, me comí un Petinatto! ¡Por ende, me comí un Orsai! ¡Y si esto es un epílogo, me comí una sitcom! ¿Ah, no? ¿Es una posdata? ¡Qué poronga! ¡Uy, me comí una Negra Vernaci! Negra Vernaci, mmmmmmh… ¡Me comí un Homero! Y así… ¡Me comí un Dolina! Que es de Caseros, pero no es Alfredo, mirá si me voy a comer un gordo desos, no termino más…