ES DOMINGO

Un sol enceguecedor. Olor a meo de vino recalentado por el asfalto. Las persianas de los negocios todas bajas. Si Dios existe, los domingos nos tira a todos al muere.

YO, SAMARITANO

-Señor, una ayuda, hoy no comí nada…
Metí la mano en el bolsillo y sin mucho disimulo aparté los billetes y las monedas grandes.
-Mire, no es mucho pero…
Solté las tres monedas en la mano inmunda del hombre, con el cuidado suficiente para no dejarlas caer y para no tocarlo. Él ya miraba alrededor en busca de un mejor samaritano, cierto de haber gastado su pastosa saliva casi en vano. Yo me alejé pensando si se lo iba a gastar en vino.

EL ABRIGO II

A cada tanto, varias veces por día, le venían flashes de su ciudad. Vívidas. Del centro, de las calles que lo llevaban a casa. Reales. Se le ocurrió que su hermano o alguien muy cercano estaba viviéndolas y transmitiéndoselas sin querer. O a propósito. Nunca más le pasó, y a veces bien que le gustaría.

AL CARPO

(Hielo seco)
-Hola!
-Buenas…
-Mire, me mandaron acá…
-Su nombre? Dolina! Qué hace acá? Pero no lo había reconocido, hombre! Como engordó Ud. eh? Acá lo escuchamos siempre.
-No… bueno, yo…
-Entre, entre que yo le tengo la viola.
-Ta bien… hasta luego, eh. No tengo que firmar nada?
-No, no, vaya entrando nomás, empuje el portón… Que grande…
El tipo de barba se descuelga el celular blanco del cinto de la túnica.
-Hola, don Alejandro? Le conseguí la vacante que me pidió. Si, en el infierno. Ud. toca la guitarra, no? Bueno, aprendasé unos blues. Y me va a tener que engordar un poquito, eh. No, no hace falta que sea ahora, yo le guardo el lugar, si. Faltaba más don Alejandro, para eso estamos…

LA CUARTA SALCHICHA

Ya se deben haber dado cuenta (y sino hagan la prueba) de que es humanamente imposible comer más de tres salchichas sin sentir en el fundo del ser un amague de arcada. Si le ponés mayonesa con dos y media medio que vomitás. Seres seleccionados y entrenados durante meses bajo rigurosas rutinas llegan a comerse seis sin que les reboten. No lo intenten en casa, o mejor, si lo intentan que sea en casa.

PERO MUCHO MEJOR

Ya sé que se escribe con G, pero a mí me suena mejor con J, tiene más fuerza viteh…

LIMBO

Un brazo corre paralelo a Sarmiento y las piernas son Rodriguez Peña. Lo veo bien claro desde acá. La semidiosa chica del informe de tránsito, la que todos se quieren cojer, la que viste trajecito y un mapa de la ciudad como fondo ahora está durmiendo desnudita en mi alfombra. Sé que en sus sueños tiene poderes de sirena y que le dicta a los conductores por que calle deben agarrar. Por eso a la noche hay menos problemas para andar, menos choques, menos bocinazos.
Yo, ella, el ventanal de mi oficina sin muebles, una botella de agua, el trajecito doblado encima de la cartera y una carpeta, Sarmiento, Rodríguez Peña, las llaves del auto, otro auto, una frenada, un derrape, una columna de alumbrado, un golpe en la puerta, Senna.
- Te falta mucho, papi? Dale que hay más gente esperando...

SITUACIÓN

Sujeto viendo su programa favorito de televisión. Nosequé, nosequé, viene la tanda. Volumen sube bastante y toda suerte de avisos estridentes se le meten en los oídos. Sujeto se rasca la panza y piensa en todo lo que tiene que hacer mañana y le pide a su hijo silencio. Termina la tanda, vuelve el programa. Sujeto sube el volumen para compensar el barullo. Escena se repite hasta el infinito.

POSTAL DE MI PATIO

-Marta!
-Qué?
-La lata del helecho se está pudriendo, che.
-Y qué querés, hace como diez años que está ahí.
-Traeme un pedazo de cable así la atamos.
-Qué?
Doña Marta sale al patio arrastrando las chinelas y secándose las manos con el repasador. A los pocos pasos se le cae y se agacha para levantarlo; el rostro se le colorea como un tomate maduro.
-Qué pasa?
-Necesito un cable, así la ato, se está cayendo toda la tierra...
-Por qué no la pasás a otra lata?
-Y si se muere? Bueno… traeme algo entonces.
Don Cosme se limpia las manos en los fundillos, y se las lleva al bolsillo de la camisa en busca de los cigarros y el encendedor. No están.
-Tomá, usá esto!
Doña Marta se acerca con un recipiente celeste y una bolsa de Coto y la pala.
-Pero no, mujer, cómo me traés un balde de plástico? Tiene que ser una lata… una lata, como las de aceite de auto. Esto no sirve…
La mujer resopla y se lo queda mirando, apoya la pala en la pared y entra a la cocina. Sale con los cigarrillos en la mano y se los entrega.
-Tomá, así te morís de una vez.

SUBJETIVO

Don Cosme se lavó la dentadura y se metió en la cama visualizando la escena una y otra vez con diferentes detalles. La vieja ahogándose con un hueso de pollo, luego quedándose pegada en la heladera. Lo había leído en un libro y realmente funcionaba: a cada imagen se sentía más realizado y somnoliento. “Otra que ovejitas” llegó a pensar, y se le dibujaba una sonrisa idiota, los ojos entornados. Por un momento llegó a darlo por hecho y se entregó al sueño.
Después la vió abrir la puerta del cuarto y pararase con las manos en la cintura, fea y enérgica como siempre. Sin mediar cualquier cosa le gritó:
-Esto no va a quedar así, viejo de mierda! Ojalá revientes!
Ya era mediodía cuando doña Elisa volvió al cuarto de Cosme para recriminarle nuevamente haber dejado la pileta de la cocina “toda sucia”. Lo encontró muerto en la cama, rígido, ojos y boca de par en par, las dos manos aferradas a las sábanas de abajo como si hubiera visto un fantasma.

EL VAMPIRO Y EL CHIVO

Pasó por el espejo y no se vió. No se vió. Pensó ese día durante horas en la última mujer que le había mordido el cuello, sin que ninguna en particular le viniera a la mente. Se despidió por teléfono de sus amigos y de sus compañeros de trabajo y se encerró en el garage. Pasó semanas sentado en su Chevy mirando al retrovisor para ver si se encontraba, sin comer y sin su faso dominguero. Al anochecer del cuadragésimocuarto día le empezó a entrar la sed de sangre y entonces se convenció. Abrió el portón y salió despacio pero sin calentar el motor.

SIN TERMINAR

Abrió la heladera y lo único que vio fueron restos en estado deplorable. Trabó la puerta con el tacho de basura y tiró todo adentro con desprecio y rabia y usando solamente dos dedos.
Le había dejado las llaves a su amigo Héctor para que se diera una vuelta por el departamento mientras se tomaba esa semana de vacaciones. Héctor no pudo ir, o no quiso. Al tomacorriente no se le antojó sostener todo: triple, heladera, velador y trafo del contestador: Jorge encontró los cables en el suelo y el toma medio colgando, había sido un milagro el no-incendio.
Sin registro de llamados, hambriento y casi a oscuras, decidió que primero iba a librarse de la bolsa hedionda. La ató lo mejor que pudo con la ayuda de la última luz del día que entraba por el ventanal.
La llevaba por el pasillo cuando lo sorprendieron dos hilos de agua saliendo por debajo de la puerta del departamento A, el último antes de llegar al incinerador. Acomodó la bolsa negra entre las otras y se volvía con el tacho plástico en la mano cuando pasando por el A descubrió que los pequeños ríos se habían secado hasta cobrar la forma aproximada de dos pies.
“Muchas horas en la ruta” –pensó- “Mejor voy a comer algo y mañana será otro día”.
Se bañó, se puso el primer pantalón y la primera camisa que tanteó en el placard, las franciscanas de cuero y bajó al café.

(Continuará en este mismo post)
Ah, si alguien se copa y me quiere tirar alguna idea le agradezco, porque me quedé en ese punto y no sale nada más. Gracias...
Sí, los blogueros también tenemos crisis de creatividad.