SIN TERMINAR

Abrió la heladera y lo único que vio fueron restos en estado deplorable. Trabó la puerta con el tacho de basura y tiró todo adentro con desprecio y rabia y usando solamente dos dedos.
Le había dejado las llaves a su amigo Héctor para que se diera una vuelta por el departamento mientras se tomaba esa semana de vacaciones. Héctor no pudo ir, o no quiso. Al tomacorriente no se le antojó sostener todo: triple, heladera, velador y trafo del contestador: Jorge encontró los cables en el suelo y el toma medio colgando, había sido un milagro el no-incendio.
Sin registro de llamados, hambriento y casi a oscuras, decidió que primero iba a librarse de la bolsa hedionda. La ató lo mejor que pudo con la ayuda de la última luz del día que entraba por el ventanal.
La llevaba por el pasillo cuando lo sorprendieron dos hilos de agua saliendo por debajo de la puerta del departamento A, el último antes de llegar al incinerador. Acomodó la bolsa negra entre las otras y se volvía con el tacho plástico en la mano cuando pasando por el A descubrió que los pequeños ríos se habían secado hasta cobrar la forma aproximada de dos pies.
“Muchas horas en la ruta” –pensó- “Mejor voy a comer algo y mañana será otro día”.
Se bañó, se puso el primer pantalón y la primera camisa que tanteó en el placard, las franciscanas de cuero y bajó al café.

(Continuará en este mismo post)
Ah, si alguien se copa y me quiere tirar alguna idea le agradezco, porque me quedé en ese punto y no sale nada más. Gracias...
Sí, los blogueros también tenemos crisis de creatividad.

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