DE FÁBULA

Hubo una época que creía tener talento musical porque sabía hacer el eructo de Yendo de la cama al living. Ahora se le da por escribir. Algunas semanas al hilo se le va la inspiración, o el tiempo. Como sea, empieza una nueva etapa en La Arveja Negra, y qué mejor que una fábula alegórica para marcar el regreso de un grande… Rubén!!! Castrillo!!!

Viendo una zorra la puerta de la alacena abierta, acercóse y comprobó que en el fondo del mueble vacío reposaba una lata de apetitosas arvejas.
Pensó (instintó) que necesitaba ahora de un utensilio para abrir el metálico contenedor de tan preciado manjar.
Bajóse de la mesada y abrió el cajón de los cubiertos, constatando con sus papilas olfativas nada sino el recuerdo de algún repasador, y con sus pupilas de los ojos dos corchos de pésima apariencia.
Habiendo hurgado durante horas sin descanso en todos los rincones de la casa, probado peines, tijeras, y hasta los propios dientes, abandonó tan difícil empresa, exclamando, para consolarse:
-Están negras!

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