CARNE SOBRE CARNE

Su cuerpo rebotaba convulsivamente, tal vez no de placer y sí porque la media res estaba más que congelada y quemábale la piel. Luego de que Ricardo saciara su furia sexual, Carmencita hizo su pedido: “Marcame”. Entonces, el carnicero sumergió su miembro en el balde de tinta violeta, le dijo “date vuelta” y procedió a ponerle su marca, una R y una C subrayadas. Las sopló un poco y les echó viento con una planilla ensangrentada. Las apretó con el dedo para ver si se le pegaba el violeta: se habían secado. Carmencita era una chica RC.

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