NICOTINA

Nunca vi a nadie fumar tan descosidamente. Tenía el bigote amarillo de tanto humo. Los dedos, las cejas, el pelo que le caía sobre la frente. El teléfono, las cortinas, los azulejos del baño. El recorrido desde la puerta del 5ºC hasta el ascensor, y del ascensor hasta la puerta de calle.
El techo del Fiat, la mesa del café, la ropa, la oficina, sus amigos más cercanos, su perra Virginia, todos testigos de su vacío sin fin.
Y las cenizas? Si ese hombre las hubiera vendido por kilo…

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