LUCRO ES LO QUE ESOS CERDOS QUIEREN

Aunque eso signifique…
-Llamarte a tu casa a las 8 de la mañana para informarte sobre una promoción imperdible de algo que en tu reputísima vida comprarías.
-Superponer pasacalles hasta que no se puede ver ni por donde se anda.
-Pasar con un camión lleno de choclo a la hora de la siesta, al grito megafónico de “¡¡¡Al choclo patronaaa… Al choclo al choclooo!!!”
-Sacar del menú del avión todo menos una aceituna por pasajero.
-Emparchar los neumáticos, turbinas, alerones y radios con un único producto de composición secreta y precio irrisorio.
-Programar los aparatos electrónicos para que se autodestruyan diez minutos después del vencimiento de la garantía (esta es remanida pero verdadera, a un muchacho le pasó).
-Inventar promos rocambolescas donde el cliente debe humillarse juntando chapitas, mandando fotos con mascotas o redactando sus proyectos de vida. Los ganadores deben salir en los diarios o TV con cara de feliz cumpleaños para así exponerse a más humillación y a todo tipo de crímenes.
-Pagar sueldos miserables pero elegir siempre un Empleado del Mes para mantener la moral de la tropa.
-Fabricar las Nike de 400 mangos en Indonesia, o en algún otro lugar donde los esclavos tengan como único derecho coser los pies derechos 18 horas por día. ¡¡¡Dije pie derecho, carajo!!!
-Coimear a Dios y María Santísima para construir donde no se puede, sobrefacturar tizas o tener acceso a un container que todavía guarda algunos pollos de Mazzorin, y luego fabricar chickenitos.
-Mandar a sus empleados al medio de la calle Florida al susurro de “sauna, muchacho, sauna”.
-Mandar a sus empleados a las veredas del Once a batir palmas al grito de “¡Vamo’ a compraar!”
-Comprar tus cds usados a 1 peso y venderlos por 10.
-Baldear la vereda con aceite en vez de Pinomax “Porque salen bloopers remejores. ¡¡¡Esta vez gano sí o sí, juajuaaa!!!”
-Decir sin que se les mueva un pelo que la palanqueta de torque de tu Dodge 1500 sale “docientos peso más mano de obra… cuatrociento.”
-Desenchufar las heladeras a la noche y fingir que no te entienden cuando se equivocan con el vuelto.
-Ponerle al pan no-sé-qué-mierda para que quede un globo deforme y cascarudo que sirve, claro, pero no para comer.
-Arrinconarte contra la persiana de un negocio cerrado pidiendo “un peso pa’ la birra y el faso” y después darte un coscorrón al grito de “¡Gracia, viejita!”
Podríamos pasarnos una semana enumerando esta gentuza, pero si nos libráramos solamente de los arriba mencionados, el mundo sería un lugar mucho, mucho mejor. Haga mundo, guarde su dinero.

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