INTERIOR, NOCHE, SAUNA DEL HOTEL ESE DE NO SÉ CUANTAS ESTRELLAS EN DUBAI

El secretario de Juan Carlos Clarín es despojado de su traje barato y luego de su toalla. Llega al recinto donde se encuentra Castrillo cubriéndose las partes con la carpetita. Castrillo bate palmas, y las siete ninfetas desnudas salen rápidamente por la puerta.

-Ya sé lo que está pensando… Esas que acaban de salir son sólo un mal necesario… ¡La boca de mi mujer es la misma que besa a mis hijos!
-Señor Castrillo, traigo una oferta que usted no podrá rehusar.
-¿Está hablando conmigo? ¿Conmigo está hablando?

Los dos se la pasan 15 minutos a ver a quién le sale mejor el DeNiro, pero al final declaran un empate y la verdadera negociación comienza:

-Dos cosas, caballero: primero, que saquen a ese Daniel Mactas del programa de Dolina.
-Pero Castrillo, eso está fuera de nuestro—
-Déjeme terminar. Segundo: Podeti sigue publicando, por lo menos una vez por mes, nada más que cortitos y rankins, eh.
-Bueno, nunca--

Castrillo lo fusila con la mirada, recuerda lo que le dijo el médico sobre el Viagra, el champán de quinientos dólares la botella y la presión alta, apoya la cabeza en los azulejos, respira hondo y retoma:

-Tercero:
-Señor, eran dos cosas… Como secretario y abogado del señor--

Castrillo bate palmas y uno de los de seguridad larga el cortauñas y lo toma al mensajero un poco de las pestañas y un poco de los pelitos que crecen en la parte de atrás de la cintura y lo cuelga de un impiadoso shot en el orto de uno de los tubos de la instalación de agua caliente.
Segundos después, éste se recupera y se oculta tras las piedras de una cascada de agua Perrier a 37 grados.

-Abogadoo… ¿estás ahí, boga? Salí, rata… Pasame la pajera, Bermúdez.
-Tome, señor.
-Siempre se debe cazar la presa con una sola bala. Hacerlo con dos es trampa.

El abogado se trepa de nuevo por los caños calientes cual Alien que vió Mandinga. Castrillo acompaña sus movimientos con la mira de la 12. Tractrac… y decide dejarlo para otra vez.

-Déjenlo ir… algún día caerá una lluvia que limpiará las calles de esas mierdas. Pero no acá en Dubai, claro, acá no llueve nunca.
-Todavía podemos alcanzarlo.
-Gracias, Bermúdez, no va a faltar oportunidad.
-Faltaba más… Acá entre nosotros… Lo de Mactas lo podemos arreglar rapidito.
-¿Harían eso por mí? ¿Por el pueblo argentino?
-Eso y mucho más.
-Bermúdez—
-Llámeme Cholo…
-Cholo, te daría un beso en la boca.
-Lo que usted mande, señor.

Castrillo besa larga y cariñosamente la frente calva de Bermúdez, y llama a su otro asistente para hacer lo mismo.

-Muchachos, ustedes son la familia que nunca tuve.
-¿Y Castrilli? ¿Y la señorita Castrelli? ¿Y el dictador cubano?
-Ellos no cuentan… son como extraños para mí. Feliz Navidad…
-Feliz Navidad, señor.

Los tres a coro: ¡¡¡Y a todos los que nos leen siempre!!!

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