LOS PÁJAROS

Caminan los dos por la orilla, callados como nunca antes, a algunos metros de distancia y con las manos en los bolsillos. Hace mucho frío pero en el pueblo les dijeron que hoy no va a nevar.
-Juan…
Juan busca con los ojos al autor de la voz. No es Emilia, claro, pero encuentra su figura en la averiguación.
-Juan… Te va a largar, Juan.
Juan se limita a pensar que la noche sin dormir, el viento y la fatigante caminata le están jugando una broma cruel. Es obvio que las cosas no están bien, pero seguro que hay una solución…
-Juan… Juan!
Los llamados lo sacuden más y más a cada trecho de playa.
-Preparate, hermano…
Llegando a la casita al lado del faro, Emilia saca su mano del bolsillo de la campera de piel de oveja, y junto con ella un sobre arrugado. Juan lo recibe inmóvil mientras su mujer sube tropezando por el pedregullo. Torpemente consigue abrir la carta con los guantes puestos. La tarde llega a su fin mientras el faro comienza su jornada.
“Los pájaros tienen razón, Juan. Chau. Emilia.”

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