EL ABRIGO

Se despertaba riendo como en el sueño. La secuencia era siempre la misma: él y tres o cuatro de sus amigos alrededor de una mesa, conversando, tomando algo, y de repente las risas. Fin del sueño, comienzo de la realidad.
Fue el primer mes que se mudó a otra ciudad. Se quedaba un rato acostado mirando al techo, reconfortado y pensando en que estarían haciendo los vagos. Después se le pasó.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Conciso e brilhante! Nuedos (http://apeh.blogs.sapo.pt/)

Anónimo dijo...

Estou a recomendá-lo lá no Blog! Abraços. Nuedos